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VOCACIÓN

 

¿Qué decimos cuando hablamos de vocación?

Si hay una palabra que hoy nos presenta varios y distintos significados es, justamente, la palabra «vocación».

Tiempo atrás, esta palabra se usaba para referirse al ámbito pura y exclusivamente de lo religioso. Se decía de una persona que tenía vocación, cuando solo se lo veía como cura o monja.

Hoy, esta palabra presenta una mayor riqueza. Nos abre a tomar conciencia de todas aquellas posibilidades que nos habitan y que podemos hacerlas concretas en nuestra propia realidad.

La mayor riqueza con la que los seres humanos contamos es la vida. Fuimos llamados y convocados en primer lugar, a vivir. Pero no de cualquier manera ni de cualquier modo, sino en plenitud. Por ejemplo, podemos vivir en «modo avión», desentendiéndonos de todo vínculo y responsabilidad, desconectándonos aún de nosotros mismos.

Esto último, es lo más peligroso y lo más doloroso, porque es lo que más sufrimiento nos generará en el futuro. ¿Qué otra cosa nos puede acarrear más amargura que alejarnos de nuestra esencia más profunda?

Por eso, la vocación es responder conforme a nuestra propia identidad. ¿Qué quiero? ¿Qué necesito? ¿Qué puedo hacer por mí y para los otros?

Responder a estas preguntas, nos coloca en actitud de diálogo, nos invita a mirar más allá y a darnos cuenta de cuánto podemos aportar y de cuánto bien podemos hacer a nuestro alrededor. ¡Cuánta vida por desplegar y compartir!

Jesús, cuenta con cada uno de nosotros. Para Él, todos somos importantes y valemos mucho. Nos ha confiado una misión. ¿Qué es la misión sino respuesta a lo que El soñó para nosotros? Respondemos al Señor, cada vez que damos lo mejor de nosotros mismos; cada vez que convidamos a los demás de lo que Él mismo nos colmó, sin guardarnos ni mezquinarnos.

En definitiva, la vocación es misión. Y así, seremos misioneros de la vida, donde estemos y con quiénes estemos. Testigos alegres y felices de una buena noticia que sana, dignifica y llena de sentido la existencia.

¡Feliz misión! ¡Feliz vocación!

 

P. Juan Pablo Roldán, CSsR

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